7 Vinos salinos para exprimir el verano

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Estés o no estés en este momento al lado del mar, en verano nos apetece sentir su brisa en la piel. Afortunadamente, tenemos el vino para transportarnos al lugar que más nos apetezca en cada momento. Te traemos siete propuestas acompañadas de un bocado, para aplacar los sofocos del calor y sentir los beneficios de estar cerca de la costa. Siete referencias a las que hemos asociado una conserva (vegetal, de marisco o pescado) con la que exprimir esta época estival.

Primero la teoría:

Aunque el concepto “salino” que puede no suene excesivamente refrescante, lo cierto es que la salinidad en un vino es algo que habitualmente se asemeja bastante a la sensación de frescura, una cualidad que, para más inri, convierte a estos vinos en estupendos compañeros de mesa debido a su gran versatilidad gastronómica. 

Uno de los factores que influyen en la salinidad de un vino es la ubicación del viñedo cerca del mar. Parece obvio, y es que son lugares donde la sal lo inunda todo, desde la piel de las uvas hasta los suelos y, en definitiva, el propio ambiente en el que se cultivan las vides. Además, en estos viñedos las temperaturas suelen ser amables por el efecto termorregulador del mar, lo que favorece una lenta maduración de las uvas y una mejor retención de la acidez. El resultado son vinos frescos y salinos.

Otro factor importante es el suelo. Los calcáreos, típicos de zonas como Jerez y Champagne, guardan recuerdos de un tiempo pasado en el que la tierra estuvo bañada por el mar. De ahí que en estas zonas el concepto de mineralidad está bastante cerca del de acidez y salinidad. La prueba de que la composición química de la tierra está íntimamente relacionada con los sabores y aromas del vino.

A menudo, la acidez pronunciada también puede aportar esa sensación crujiente que podría recordar a la sal en un vino. Rieslings alsacianos y alemanes, albariños y txakolis y, en general, esos vinos del norte donde el clima fresco mantiene la frescura de las uvas y retiene su acidez durante su maduración, también pueden provocar este efecto en el paladar. 

Luego, la práctica:

Algo en común de todos los vinos salinos es, además de la frescura que proporcionan, su gran versatilidad gastronómica, algo que los hace muy apropiados para disfrutar con diferentes bocados. Por eso, te proponemos estas siete armonías para el verano que bien podrían disfrutarse durante todo el año:

Un tinto atlántico

La salinidad no solo se encuentra presente en los vinos blancos. Un ejemplo de ello es Oceanidas, un Malbec especialmente salino originado en el pago Macharnudo (Jerez) y vinificado en Ronda (Málaga). Los suelos de albariza, su cercanía al Océano Atlántico y una elaboración que potencia su carga frutal sin enmascarar la impronta del terruño son algunos de sus rasgos más característicos. Una propuesta que marida a la perfección con un rico pulpo a la brasa.

Un riesling de Alsacia

Elaborado a partir de uvas Riesling cultivadas en viñedo biodinámico sobre suelos rocosos y calcáreos, Muré Riesling Clos Saint Landelin Grand Cru Vorbourg 2018 es un vino fresco, cítrico y floral, que muestra la seductora cara de esta apreciada variedad propia de la región gala de Alsacia. Un blanco que resulta sublime en combinación con unas almejas al natural.  

Un espumoso volcánico de Lanzarote

Los vinos de suelos volcánicos como el de El Grifo también muestran salinidad y evocan recuerdos ligados al mar y la brisa marina. Un espumoso muy especial, intenso y elegante, elaborado a partir de viñas prefiloxéricas que muestra en finas burbujas el potencial de los vinos de Lanzarote. Una combinación perfecta para él serían unos deliciosos mejillones a la brasa. 

Un ancestral del Penedés

De las Islas Canarias al Penedés, concretamente a la Conca del Riu Anoia, una zona pequeña que abarca unas 7.000 hectáreas. En ellas nacen todos los vinos de Raventós i Blanc. Ancestral Vinya del Mas lo elabora Pepe Raventós a partir de un viñedo de suelo calcáreo lleno de fósiles marinos. Un espumoso salino y mineral que marida muy bien con unas yemas de espárrago como las de La Catedral de Navarra.

Un vino de pasto de Jerez

Los vinos de pasto que se están elaborando en la zona de Jerez están muy enfocados en mostrar la expresión del terruño. Patrick Murphy Valentina 2017 es uno de ellos, criado dos años bajo velo de flor en botas de amontillado. No llega a ser fino, ni quiere serlo. Su untuosidad, calidez y elegancia lo convierten en un trago inolvidable junto a bocados como un morrillo de atún a la brasa.

Un rosado de las Azores

Rosé Vulcânico 2022 es un rosado volcánico elaborado por el equipo de Antonio Maçanita y sus dos socios en medio del Atlántico. Con un ADN singular, marcado por la orografía de este archipiélago portugués. Se trata de un vino fresco, elegante y muy salino, Bodeboca propone combinarlo con un tomate natural en aceite de oliva de la huerta navarra. 

Un alvarinho portugués

Como cierre de esta selección, un alvarinho portugués de suelos graníticos, procedente de viñas ubicadas en la zona de Vinho Verde, la región más al norte de Portugal. Muros Antigos de Anselmo Mendes está trabajado con sus lías para redondear la acidez crujiente. El resultado es un blanco seco y elegante con un perfil mineral que va de maravilla con unas zamburiñas gallegas en salsa de vieira. 

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