Agustí Torelló Roca: al rescate del Penedés
En Bodeboca queremos acercaros los proyectos más interesantes de viñadores que están dando que hablar y que hemos reunido en nuestra Colección de Jóvenes Promesas. Éste es uno de ellos.
Y lo hace desde AT Roca, el proyecto compartido con su padre, Agustí Torelló Sibil, del que hace pocos años surgió una nueva rama, Ánima Mundi, la más personal de nuestro protagonista, donde están grabadas a fuego las palabras: “mínima intervención”, dejando el absoluto protagonismo al viñedo, a la naturaleza.
Se trata de los dos lados de una misma moneda, en el que una cara es AT Roca, donde el viñedo de 18 hectáreas está controlado por dos viticultores, aunque no certificado como ecológico a pesar de que se llevan a cabo muchas actuaciones en ese sentido. Allí se trabajan la Macabeo, la Xarel·lo, la Garnacha y desde hace poco se está buscando la recuperación de la histórica Malvasía de Sitges. En el caso de Ánima Mundi solamente se cultiva Macabeo y Xarel·lo en sus 12 hectáreas de terreno certificado como ecológico donde se practica la viticultura regenerativa y cada vino proviene de una parcela propia, todas orientadas al norte y plantadas en suelos calcáreos en pleno valle de la sierra del Penedés. El resultado son vinos tensos, lo que desde hace un tiempo lleva buscando Agustí.
El viticultor tiene 32 años y desde siempre ha estado involucrado en el mundo del vino, algo lógico sabiendo que proviene de una de las mayores sagas vinícolas de Cataluña. Cursó estudios de Enología en Tarragona, y cuando acabó lo primero que hizo fue marcharse a Champagne para aprender todo lo que le podía enseñar Bruno Michel, y eso es mucho. Estuvo junto a él durante 2012 y pudo contemplar de primera mano el giro de tuerca del francés a la hora de elaborar champagnes, donde lo principal ya no era el sacrosanto método tradicional sino la calidad del terroir, el que las uvas fueran muy especiales para dotar a sus espumosos de algo más, de una conexión con la tierra. Junto al pequeño viticultor biodinámico, aprendió, en sus propias palabras, “a hablar más de viticultura, de origen, de identidad. Fue un cambio de chip y de paradigma”.
Para completar su formación decidió seguir avanzando y se marchó ocho meses a Mendoza, al Valle de Uco, donde se asienta la bodega Zuccardi, para empaparse del componente que ahora intenta impulsar en el Penedés, el de salvaguardar y categorizar los suelos, los parajes, para darle la importancia debida a la herencia recibida y mejorarla con un mayor énfasis en lo atávico más que en lo tecnológico. Torelló Roca comenta “me abrió mucho la mente a la hora de entender que aquí tenemos tesoros únicos. España a nivel vitícola reúne los grandes ingredientes de un gran país productor: clima, suelos, parte histórica. En Argentina me di cuenta del ímpetu que estaban mostrando en intentar reivindicar la Malbec y categorizar los suelos, los parajes. Fue un punto de inflexión en mi vida”.
El futuro del Penedés lo está escribiendo en este momento este joven enólogo y viticultor que quiere posicionar a su región entre las más grandes del mundo, porque según él tiene todas las papeletas para serlo si se la trata como se debe, con una búsqueda de la calidad, sí, pero con un componente de unicidad, de idiosincrasia propia que la distingan del resto: deben primar los suelos y las uvas, el terruño, por encima de la labor en bodega, debe haber una minúscula intervención humana en el proceso de elaboración, debe ser un dogma el cuidado absoluto del ecosistema y dejar el mínimo impacto en el lugar, debe ser una búsqueda de una identidad propia que los aficionados persigan porque sus vinos les hablen de verdad, de vida. Bill Clinton ganó unas elecciones a la presidencia de los Estados Unidos con aquella famosa frase de “es la economía, estúpido”. Seguramente que Agustí estará de acuerdo conmigo si decimos “es el viñedo, estúpido”, el que da valor y diferenciación a los vinos.
Por todo lo anterior, Torelló Roca está creando sus espumosos en AT Roca sin estar tan pendiente del método, de las directrices homogéneas que usa casi todo el mundo. De ahí que ya no estén bajo el paraguas de la D.O. Cava, que vayan por libre. Todos los vinos son brut nature, se emplea mosto concentrado y nunca azúcar de caña ni remolacha. Y en la vertiente Ánima Mundi, nacida en 2016 casi como un laboratorio donde impulsar lo que Agustí buscaba en un vino, donde todo lo establecido se cuestionara y se elaborara sin filtraciones, clarificaciones, ni empleo de sulfitos. En definitiva, “dar un paso más allá de la ecología para entender el suelo como un elemento vivo en sintonía con el entorno”. Con ello pretende dar con vinos más honestos, naturales, donde la mano del enólogo no prime jamás, sino que solo sea un soporte. El futuro ya está aquí y, paradójicamente, en este caso, es una vuelta a los orígenes, la de una viticultura que sepa condensar un paisaje en una botella.
Pedregar 2016
Este espumoso rosado de una parcela única toma el nombre de la viña donde nace, un viñedo de 35 años de Garnacha y Macabeo plantado sobre margas calcarías. Su orientación lo dota de mucha frescura durante todo el día. Brut Nature clásico de la mejor zona del Penedés, la Conca Central. Intenso, complejo, con aromas de fruta de hueso y cítricos sobre un fondo de pastelería. Y en el paladar es fresco y mineral con la burbuja fina e integrada. Amplio y cremoso.
Ánima Mundi Camí dels Xops 2022
Espumoso elaborado siguiendo el método ancestral y que ha sido envejecido por poco tiempo en barricas de roble francés y depósitos de acero inoxidable. Todo el proceso se lleva a cabo en la propiedad. Creado por Agustí Torelló Roca bajo el parámetro de la mínima intervención y solo con el empleo de uvas procedentes de viñedos certificados como ecológicos en la zona del Alt Penedès.
Puedes encontrar los vinos de este elaborador en Colección de Jóvenes Promesas
Licenciado en Ciencias de la Información en su rama de Periodismo por la Universidad Complutense, de Madrid y formando parte del equipazo de Bodeboca desde la primavera de 2018. Aparte de encantarme los vinos y los destilados, soy un viajero apasionado al que le gustan mucho el humor, la radio, el fútbol, la historia, el arte, la buena música, la criminología y la literatura. En los últimos tiempos he descubierto la paz en las plantas y la generosidad en los perros: se rumorea que estoy madurando. Ah, y como solamente se vive una vez, mi filosofía vital se encuentra a medio camino entre el hedonismo y el epicureísmo.