El enólogo que hay detrás de Quinta La Quietud
Hemos hablado con Jean Francois Hebrard, enólogo de Quinta la Quietud para conocer un poco más en profundidad su filosofía y sus excepcionales vinos.
Pero antes de hablar de sus vinos, conozcamos un poco más a este francés afincado desde hace años en Zamora.
Jean Francois creció en una familia ligada al mundo del vino en la zona de Burdeos, posteriormente se trasladó a la zona del Valle del Ródano y allí adquirió la experiencia necesaria para finalmente coincidir con el enólogo de Vega Sicilia. Una propuesta y casualidades del destino lo situó en Toro, para llevar las riendas enológicas de la Bodega Quinta de la Quietud.
Cada vez se habla más de los vinos ecológicos ¿en qué consiste la apuesta por la elaboración de vinos ecológicos de Quinta La Quietud?
Nuestra filosofía parte de una premisa básica: respetar el medio ambiente. Para nosotros es fundamental lograr que la variedad – Tempranillo o Tinta de Toro – tenga más personalidad y que el terruño le imprima más características.
Para llevar a cabo este propósito, hay que empezar por cambiar la estrategia en el viñedo. Actualmente hay una tendencia de control de todos los elementos externos, en el que digamos que se busca un entorno estéril y el vino se convierte en un producto industrial. Lo que proponemos en Quinta La Quietud es adaptación a lo que la naturaleza ofrece.
No podemos olvidar que una denominación de origen representa un terruño, una variedad, y hay que hacer todo lo posible por conseguir mascar la diferencia y la personalidad de los vinos.
En definitiva, pensamos en el cultivo ecológico como una manera de llegar a la expresión del terruño.
¿Qué tienen estas tierras y qué le aportan a sus vinos?
Los suelos cambian mucho en la denominación de Toro pero podemos encontrar dos grandes zonas, el páramo y el valle. Nosotros nos encontramos en el valle del Duero y aquí los suelos son de grava arenosa, son suelos pobres muy filtrantes pero muy profundos, el suelo no pone límites y permite a las raíces ir muy profundo, hasta profundidades de más de 10 metros. Las raíces ocupan muchos espacios y encuentran lo que necesitan. Asimismo, el clima y la altitud crea unas características únicas específicas para Toro.
¿Qué nos puedes contar de la variedad?
Históricamente la zona de Toro no tiene filoxera, la Tempranillo es vieja y tiene una aptitud natural de resistencia al calor, observa un comportamiento en perfecta adecuación con el clima extremo, es una variedad de toda la vida.
En sus vinos destaca “La Mula de la Quietud” ¿por qué un vino de garage? Y de dónde ha salido el nombre?
El origen del vino viene dado por viñedos de rendimientos bajos, de 100 kilos por hectárea. Cuando tienes un viñedo que produce muy buena uva pero en poca cantidad, lo mejor que puedes hacer es sacar de ellos un vino especial.
El nombre es anecdótico y viene de uno de los agricultores de la parcela, el cual vivía con una mula, digamos que la mula era como su moto, se desplazaba del pueblo a la viña en la mula y resultaba pintoresco, por eso decidimos poner ese nombre especial al vino.
Pero la Mula de la Quietud es diferente también en su elaboración y se debe a dos factores: la uva se vendimia un poco sobremadurada y se macera en barricas nuevas, lo que le da un toque más moderno, al estilo de los vinos del nuevo mundo. Este vino sin dejar de ser potente, tiene un atractivo especial, yo diría que es un Toro encantador.
Habéis elaborado un vino dulce en un país de consumo bajo de este tipo de vinos ¿cómo ha sido la acogida?
Hicimos muy pocas botellas, para ser precisos 1.000 botellas, y tenemos claro que no es una compra espontánea, pero cuando la gente lo prueba, siempre acaba comprando. La idea surge a raíz de unas viñas de uva blanca que teníamos y con las que queríamos hacer algo diferente. Finalmente la uva se pasificó, se prensó y se metió en barrica, como resultado tenemos un vino dulce muy interesante que tiene su pequeño mercado.
Pregunta personal ¿qué le pide Jean Francois a un vino?
Sin dudarlo ni un segundo: Placer, disfrutar de él. Depende del momento del día, de la semana, no me importa si es simple o si es muy complejo, lo que quiero es disfrutarlo. (https://www.christophechoo.com)
¿Cómo definiría sus vinos en pocas palabras?
En el caso de Corral de Campanas está pensado para el disfrute inmediato y en el caso de Quinta Quietud, un vino que se puede disfrutar ahora pero que si se guarda se puede disfrutar aún más si cabe.
A grandes rasgos, trabajando en una denominación que tiene fama de vinos potentes, el trabajo que hago es luchar contra esa potencia haciendo vinos más agradables al paladar, con más armonía y elegancia.
Con esta última frase entendemos la fuerza y la complejidad de los vinos de Quinta de la Quietud.
¿Qué tienen estas tierras y qué le aportan a sus vinos?
Los suelos cambian mucho en la denominación de Toro pero podemos encontrar dos grandes zonas, el páramo y el valle. Nosotros nos encontramos en el valle del Duero y aquí los suelos son de grava arenosa, son suelos pobres muy filtrantes pero muy profundos, el suelo no pone límites y permite a las raíces ir muy profundo, hasta profundidades de más de 10 metros. Las raíces ocupan muchos espacios y encuentran lo que necesitan. Asimismo, el clima y la altitud crea unas características únicas específicas para Toro.
¿Qué nos puedes contar de la variedad?
Históricamente la zona de Toro no tiene filoxera, la Tempranillo es vieja y tiene una aptitud natural de resistencia al calor, observa un comportamiento en perfecta adecuación con el clima extremo, es una variedad de toda la vida.
En sus vinos destaca “La Mula de la Quietud” ¿por qué un vino de garage? Y de dónde ha salido el nombre?
El origen del vino viene dado por viñedos de rendimientos bajos, de 100 kilos por hectárea. Cuando tienes un viñedo que produce muy buena uva pero en poca cantidad, lo mejor que puedes hacer es sacar de ellos un vino especial.
El nombre es anecdótico y viene de uno de los agricultores de la parcela, el cual vivía con una mula, digamos que la mula era como su moto, se desplazaba del pueblo a la viña en la mula y resultaba pintoresco, por eso decidimos poner ese nombre especial al vino.
Pero la Mula de la Quietud es diferente también en su elaboración y se debe a dos factores: la uva se vendimia un poco sobremadurada y se macera en barricas nuevas, lo que le da un toque más moderno, al estilo de los vinos del nuevo mundo. Este vino sin dejar de ser potente, tiene un atractivo especial, yo diría que es un Toro encantador.
Habéis elaborado un vino dulce en un país de consumo bajo de este tipo de vinos ¿cómo ha sido la acogida?
Hicimos muy pocas botellas, para ser precisos 1.000 botellas, y tenemos claro que no es una compra espontánea, pero cuando la gente lo prueba, siempre acaba comprando. La idea surge a raíz de unas viñas de uva blanca que teníamos y con las que queríamos hacer algo diferente. Finalmente la uva se pasificó, se prensó y se metió en barrica, como resultado tenemos un vino dulce muy interesante que tiene su pequeño mercado.
Pregunta personal ¿qué le pide Jean Francois a un vino?
Sin dudarlo ni un segundo: Placer, disfrutar de él. Depende del momento del día, de la semana, no me importa si es simple o si es muy complejo, lo que quiero es disfrutarlo.
¿Cómo definiría sus vinos en pocas palabras?
En el caso de Corral de Campanas está pensado para el disfrute inmediato y en el caso de Quinta Quietud, un vino que se puede disfrutar ahora pero que si se guarda se puede disfrutar aún más si cabe.
A grandes rasgos, trabajando en una denominación que tiene fama de vinos potentes, el trabajo que hago es luchar contra esa potencia haciendo vinos más agradables al paladar, con más armonía y elegancia.
Con esta última frase entendemos la fuerza y la complejidad de los vinos de Quinta de la Quietud.
Publicista de carrera, sumiller por azar y storyteller nata, en los últimos diez años responsable de la creación de la marca Bodeboca y su exitosa estrategia de contenidos. Hablo más que cato, pero si cato y me enamora una historia, no paro hasta lograr que tú también lo hagas.