Véneto: historia, arte y placer hedonista

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Hace poco hice una escapada al Véneto. Atraída por la belleza de ciudades como Venecia y Verona, tengo que reconocer que una de las razones para realizar este viaje fue conocer Valpolicella y disfrutar de un estilo de vino que me enamora, el amarone

Aunque Valpolicella es el área más famosa del Véneto, esta región cuenta con mucho más para complacer al paladar de los amantes del vino: sus florales proseccos, sus exóticos soave, y los encantadores Bardolino, hacen de este territorio un lugar ideal para perderse copa en mano.

Desde el Imperio romano, el Véneto ha sido tierra de vinos. Su lugar privilegiado entre las montañas dolomíticas, el Adriático y el lago Garda lo convierten en un enclave perfecto para la viticultura.

Aunque son muchas las variedades permitidas en esta región, dominan las nativas. Este hecho lo convierte en una zona de gran interés para los winelovers exploradores, un lugar ideal para encontrar vinos con una identidad y expresión únicas e inconfundibles.

La uva Glera muestra su carácter floral en los populares prosecco, la Garganega domina en los soave, uno de los blancos más queridos de Italia, y la Corvina Veronese, la estrella de los tintos de Valpolicella, brilla en los amarone junto a la Corvinone, Rondinella, Molinara y Oseleta.

Como suele ocurrir en las zonas que son templos del vino, al placer líquido acompaña una gastronomía de altura con raíces históricas. A la tradicional y deliciosa cocina italiana se unen algunas especialidades regionales basadas en el mejor producto local. 

Todo esto y mucho más le espera a tu paladar en este edén para hedonistas.

Por qué visitarla

Si te encanta la historia, el arte, la gastronomía y el vino, el Véneto es garantía de placer.

No dejes de perderte por los canales de Venecia mientras te invade la belleza o disfrutar de un café en la Plaza de San Marcos; pasear por Verona, una de las ciudades más románticas de Europa, que dio origen al mito de Romeo y Julieta, y visitar las dos joyas más escondidas de la región, Padua y Vicenza, imprescindibles para los amantes de la arquitectura.

Aquí, para los más sibaritas, disfrutar de los intensos y perfumados amarone, los cautivadores soave y las refrescantes burbujas del mejor prosecco es todo un sueño. Como no podía ser de otra manera, una gastronomía única y maravillosa te espera para acompañar a estos vinos en adorables trattorias y restaurantes de altura.

Qué Comer

En el Véneto los reyes son el risotto y la polenta, una receta que data del Imperio Romano, elaborada con harina, generalmente de maíz, hervida acompaña a guisos de carne o de bacalao. Por su parte, la receta más conocida de risotto es el risotto all’amarone, ¡imprescindible!

La situación privilegiada del Véneto entre el mar, el lago y las montañas, hace que también goce de un marisco y un pescado excelentes.

A los más golosos les espera el mejor y más auténtico tiramisú. Se dice que este postre se creó durante la posguerra en los burdeles de esta región. Gracias a su contenido de café y cacao era conocido por su poder revitalizante. Hoy en día es uno de los dulces más famosos de la bota de Europa.

Qué visitar

El Véneto tiene opciones infinitas para satisfacer los cinco sentidos. En mi visita me centré en Valpolicella, ya que desde que me aficioné al vino juré amor eterno al amarone. A una hora y media de Venecia y apenas 20 minutos de Verona te espera esta zona vinícola y sus fabulosos vinos: valpolicella, amarone, recioto y ripasso.

Al ser mi primera vez en el lugar decidí visitar dos de las bodegas más emblemáticas de la región: Allegrini y Tommasi. Estas visitas me permitieron conocer a fondo la historia de Valpolicella, la esencia de sus variedades y entender el método del appassimento, el proceso clave que dota de singularidad a estos vinos.
Para terminar una visita memorable, te recomiendo acercarte a alguno de los pueblos del lago Garda como Bardolino o Sirmione, realmente hechizantes.

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Salmantina trotamundos con el corazón entre España y Canadá. En 2010 me licencié en Comunicación Audiovisual y posteriormente cursé un Máster de Guion donde aprendí los entresijos de lo que más me gusta, escribir historias. Después de trabajar en varios medios de prensa y televisión, en 2014 me fui a vivir a Toronto por amor y allí sentí el otro gran flechazo de mi vida: el mundo del vino. Cuando volví en 2019 a España trabajé de sumiller hasta que en 2021 tuve la oportunidad de entrar en Bodeboca, donde por fin uní mis dos grandes pasiones: redactar historias y vivir el vino en primera persona. Además, me encanta el cine clásico, la gastronomía y viajar.