Alma Carraovejas, una forma de pasar por el mundo

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Si existe una marca vinícola reconocida en España, esa es “Carraovejas”. Pocas tienen el privilegio de estar en el top of mind de los consumidores como lo está la casa castellana que constituye un verdadero ejemplo de éxito estudiado en universidades y escuelas de negocio de un país que no está precisamente a la vanguardia en el consumo de vino.

Pero si le preguntamos qué es Carraovejas al consumidor medio —o incluso al iniciado—, la mayoría nos contestará que es una marca de vino, una bodega, o a lo sumo, un grupo bodeguero (sabedores de que en los últimos años han ido adquiriendo diferentes proyectos a lo largo y ancho del viñedo patrio). 

Pocos sabrán dar una respuesta verdaderamente apropiada, y es que Alma Carraovejas —como se denomina el grupo oficialmente desde hace un lustro— es mucho más. Lo más acertado sería decir que es una forma de entender la vida, de ser, de estar y de pasar por el mundo. Una aseveración rotunda, con vocación de permanencia y que bien se podría resumir en una frase que está adherida a las paredes de la bodega original y que no se cansan de repetir sus máximos responsables: “El viñedo no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos”.

Es este un enfoque holístico y trascendental, que va mucho más allá del cuidado a unos majuelos concretos o a la elaboración del mejor vino posible durante cada añada. Por ello, actualmente en Alma Carraovejas confluyen seis proyectos vitícolas distribuidos por las principales denominaciones de origen de España (Pago de Carraovejas y Milsetentayseis en Ribera del Duero, Ossian Vides y Viñedos en Rueda, Viña Meín-Emilio Rojo en Ribeiro, Aiurri en Rioja y Marañones dentro de la D.O. Vinos de Madrid); un proyecto gastronómico de primer nivel como el Restaurante Ambivium (situado en Peñafiel y reconocido con una estrella Michelin); una red de distribución e importación como Alma Carraovejas Distribución y SV Wines (con la que es posible acceder a algunos de los parajes embotellados más singulares del mundo); y una fundación (Cultura Líquida) que tiene como objeto promover el vino como elemento humanístico y cultural.

Coincidiendo con el quinto aniversario de Alma Carraovejas, decenas de profesionales de la comunicación procedentes de toda España nos reunimos recientemente en Peñafiel para llevar a cabo una jornada única en la que pudimos conocer de primera mano la filosofía y los valores de todos los proyectos aglutinados en torno a lo que es y no es verdaderamente Carraovejas. 

Para tal ocasión, la familia de Alma nos desveló la evolución de su marca a través de diferentes puntos de contacto. Por un lado, mediante la renovación de su logotipo y sus colores corporativos, con un águila que ahora vuela más alto y se dibuja con más detalle, plasticidad, agilidad y, en definitiva, más alma. “Hemos pasado de planear a alzar el vuelo”, dijo Pedro Ruiz Aragoneses, CEO del grupo. Toda una declaración de intenciones que refleja el buen momento que vive la empresa.

El CEO de Alma Carraovejas, Pedro Ruiz, junto al nuevo logotipo del grupo
Pedro Ruiz junto a la nueva imagen corporativa de Alma Carraovejas

Por otra parte, con la actualización de su lema, que se convierte en “Tierras únicas. Alma compartida”. Un claim desarrollado junto a la agencia de comunicación ATREVIA y que expresa la esencia y la autenticidad de la marca, mostrando la conexión que existe entre los territorios que la componen, así como la vocación por mantener viva una tradición vitícola única. “No tenemos la sensación de estar comprando proyectos, sino que les estamos dando continuidad, puesto que la mayoría ya existían”, esclareció durante la jornada Pedro Ruiz, que tuvo en todo momento cerca a su padre y mentor José María Ruiz.

Y por último, con el estreno de El sonido del Alma, una composición de La Luna de ATREVIA compuesta por el ganador de un Grammy Humberto Flores en colaboración con María Dolores Gaitán, una de las más prestigiosas pianistas de nuestro país. Esta pieza recoge en pocos minutos la esencia de cada uno de los proyectos y terruños que conforman Alma Carraovejas, donde se trabaja desde el respecto a la tierra recuperando viñedos y conservando las tradiciones locales de cada región. El sonido del Alma, además, sirve como hilo conductor de un nuevo spot rodado en todos los viñedos del grupo. 

Spot grabado en todos los proyectos de Alma Carraovejas con la música El sonido del Alma

Encuentro con Alma 

Todas estas novedades fueron desveladas en la jornada que bajo el título Encuentro con Alma tuvo lugar el pasado 24 de octubre en las instalaciones de Pago de Carraovejas en Peñafiel (Valladolid). Un evento que reunió a comunicadores de Madrid, Galicia, País Vasco, Castilla y León, Cataluña, Valencia y Andalucía y que fue organizado por Alma Carraovejas en colaboración con Range Rover, gracias a lo cual pudimos visitar los viñedos más singulares de la finca y conseguimos constatar sobre el terreno aquellos elementos que hacen especial a este proyecto que está en constante crecimiento y transformación.

El recorrido empezó en la viña. Recorrimos algunos de los parajes más singulares de Pago de Carraovejas, como Espantalobos, una finca con aproximadamente 20 hectáreas donde se encuentran las orientaciones más frescas con el fin de adaptarse a la nueva realidad climática, una zona en la que antes era imposible pensar en cultivar, tal y como nos dijeron algunos de los responsables técnicos de Alma Carraovejas. A ella le siguieron las visitas a algunas de las parcelas más nobles de la bodega, como El Anejón o Cuesta de las Liebres, que dan nombre a dos de las referencias más premium de Pago de Carraovejas, y que debido a un excepcional episodio de granizo el pasado 28 de agosto, no podremos disfrutar en la añada 2024, ya que la bodega ha decidido no elaborarlos en una difícil decisión que habla del compromiso de Alma por la excelencia.

Una vez recorridas las principales parcelas del pago, tuvimos la suerte de catar el vino elaborado de todas ellas, comprobando la personalidad de cada una junto a las características de una añada, la 2023, marcada por ser una de las más calurosas de la historia de la bodega. Aunque a la vez, también de las más húmedas y con oscilaciones térmicas menos acusadas de lo que es habitual en esta denominación castellana.

El broche a la cata matinal lo pusieron Pago de Carraovejas 2022, El Anejón 2020 y Cuesta de las Libres 2020, actualmente en el mercado. Tres referencias en las que se puso de manifiesto el juego de equilibrios que mantiene este grupo en pos de virar hacia vinos más vibrantes, finos y delicados, en la línea de los gustos más actuales, sin dejar de lado las preferencias de los consumidores de toda la vida, tal y como manifestó su CEO. 

Por la tarde tuvimos la ocasión de conocer el resto de proyectos del grupo en orden de llegada a la familia. Empezamos por Ossian y sus blancos de Verdejo procedentes de cepas centenarias en torno al municipio de Nieva, en Segovia; y continuamos por el otro proyecto ribereño: Milsetenyseis, que orbita alrededor del municipio de Fuentenebro, ya en el límite de la D.O., donde el propio Ruiz Aragoneses reconoció que más difícil les había resultado comprar viñedo debido a la larga tradición propietaria de la zona.

Ya fuera de los límites de la comunidad autónoma de Castilla y León, la cata continuó con los vinos de Viña Mein-Emilio Rojo, procedentes del Valle del Avia, en Ribeiro, donde el grupo lleva a cabo su proyecto más boutique debido a sus bajas producciones; prosiguió con los riojas de Aiurri, que los seguidores de Bodeboca ya conocen gracias a nuestro podcast Sala de Cata; y finalizó con Marañones, el último “hijo” incorporado a Alma, influenciado por el clima y el suelo de la Sierra de Gredos, una de las regiones vinícolas españolas más en boga por los críticos y prescriptores del sector durante los últimos años.

Estilos muy diferentes que tienen en común el propósito de conservar la tradición y la cultura de sus respectivos territorios. Y es que se trata de estar siempre con la cabeza en las nubes pero con los pies muy en la tierra, tal y como refleja otro de los leitmotivs de Alma Carraovejas.

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A pesar de ser de Teruel, no me gusta el frío. En 2011 me licencié en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y he trabajado en medios como la Agencia EFE o Unidad Editorial. En 2013 me incorporé al equipo de Contenidos de Bodeboca y desde entonces he aprendido mucho sobre el mundo del vino y los destilados, el cual forma parte de mi día a día. Actualmente soy el Content Lead de Bodeboca y coordino a un apasionado grupo de redactores. Me encantan también el fútbol, el cine, descubrir nuevos restaurantes y viajar.