Blanc de noirs, blancos con alma tinta

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Aunque su versión burbujeante es más habitual, los blanc de noirs tranquilos siguen siendo una rara avis. Esta suerte de trampantojo vinícola que son los blancos elaborados con uvas tintas, también llamados BdN, esconde a los ojos su rica esencia. Y descubrirla es uno de esos placeres que todo interesado en este mundillo no debe dudar en concederse. 

Seguramente hayas escuchado en alguna ocasión aquello de que la necesidad aviva el ingenio. Pues podría decirse que es precisamente esta máxima la que alumbró el nacimiento de estos blancos con alma tinta. Hay quienes apuntan que la vinificación de uvas negras para elaborar blancos se remonta a finales del siglo XVI. En aquella época Europa sufría la Pequeña Edad del Hielo, un periodo de glaciación caracterizado por un drástico descenso de las temperaturas que causó gran impacto en las cosechas, provocando importantes hambrunas. El cultivo de la vid no fue ajeno a esta circunstancia y ante el frío que impedía la plena maduración de las uvas tintas, para evitar desagradables sabores verdes, se optó por empezar a elaborarlas del mismo modo que las blancas. 

Precisamente y según cuenta la leyenda, Dom Pierre Pérignon, monje benedictino de la Abadía de Hautvillers de Épernay, “inventó” el champagne sin pretenderlo (él en verdad no quería, oiga) mientras se afanaba en perfeccionar el arte de hacer vino blanco con uvas tintas. Aunque se cree que era ciego, el célebre religioso bien sabía que eran las pieles las que daban color a este y por eso evitaba su contacto en la vinificación. 

Más adelante, cuando el champagne ya empezó a producirse de forma consciente, el blanc de noirs espumoso sería una vez más resultado de la necesidad. Y es que por aquel entonces, la hoy reina indiscutible Chardonnay ni mucho menos ejercía su dominio en los viñedos de la región. Eran las tintas Pinot noir y Meunier las mayoritarias en las parcelas, llegando a representar aproximadamente hasta tres cuartas partes de la superficie total cultivada. Es por ello que a los elaboradores no les quedó más remedio que empezar a utilizar estas uvas para sus vinos, dando como resultado el blanco de negras, su traducción literal en español.  

CUESTIÓN DE PIEL

Si nunca antes te habías fijado, cuando puedas hazlo y comprobarás que todas las uvas, a excepción de contadas variedades como la Garnacha tintorera o la Alicante bouschet, tienen la pulpa “blanca”. Y es justo ahí, en su parte carnosa, donde radica la clave, ya que es esta ausencia de color la que permite que pueda hacerse vino blanco con cualquier casta, mientras que el tinto únicamente es posible a partir de bayas negras gracias a sus hollejos. 

Y es que el color en el vino es cuestión de piel. En esta se encuentran los famosos antocianos, moléculas polifenólicas responsables de la coloración. Por tanto para elaborar un BdN se antoja imprescindible impedir que los antocianos puedan transmitir color al mosto, y no hay otra fórmula que llevar a cabo un prensado controlado de las uvas que permita separar el hollejo inmediatamente para evitar el tintado antes de la fermentación. 

El cuidado minucioso que supone este proceso hace que estos singulares vinos sean menos elaborados y sus producciones más pequeñas. Las bodegas que cuentan en su porfolio con un blanc de noirs tranquilo son contadas y con su inclusión buscan claramente ofrecer una propuesta original que sorprenda a quien la pruebe. La fusión de dos almas diferentes que juntas ofrecen un conjunto complejo irresistible: la juventud, la frescura y la acidez de la blanca quedan matizadas por la mayor potencia, intensidad y estructura de la tinta, revistiéndose además de aromas de fruta blancas y de hueso de otros varietales propios de esta última de frutas rojas y negras, notas florales como rosa o violeta, especiadas y, en ocasiones, amaderadas ya que pueden tener paso por barrica. 

A toda esta atractiva riqueza los blanc de noirs suman una gran versatilidad gastronómica que los hace ideales para sublimar desde entrantes hasta el último de los platos ya sean arroces, pescados, mariscos, carnes blancas o asados. Llegado este punto, es hora de las propuestas para que puedas, si aún no lo has hecho, estrenarte en el universo BdN. Toma buena nota y disfruta.

El Cuentista 2019

El primer blanc de noirs de Pradorey es también toda una innovación en el ámbito de la Ribera del Duero. Elaborado a partir de Tempranillo, no deja indiferente desde la imagen de su etiqueta hasta el último sorbo. De intensa nariz frutal y boca untuosa, con buen cuerpo y persistencia y una acidez más moderada de lo que es habitual en un vino blanco.

Bri Blanc de Negre 2020

De Garnacha del Montsant y ecológico es este blanc de negre de Celler de l’Era. Una gustosa combinación de aromas afrutados y cítricos y con una fragante nota de lirio, frescura y  buen volumen, que le convierte en la opción adecuada para acompañar quesos cremosos y curados, mariscos, pescados azules o arroces con setas. Su producción fue solo de 2.000 botellas. 

Conde de Anadia Blanc de Noir 2018

La Touriga nacional, tinta emblemática de Portugal donde las haya, y concretamente de la región de Dão, protagoniza en solitario este blanco, cuyos suelos de origen graníticos le aportan singulares matices y una marcada acidez y frescor que seduce al primer trago.

L’Antagonique 2018

Las dos castas negras mayoritarias del Priorat, Garnacha y Cariñena, son el alma de este blanco. Eminentemente floral, con notas de jazmín, manzanilla, rosas y violetas, en boca resulta profundo, concentrado, pero no exento de frescura.  Las notas cítricas aportan un carácter fresco al conjunto. Tan sorprendente como delicioso.

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Madrileña de Aluche de cuna y militancia, licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y, desde noviembre de 2019, miembro del equipo de Contenidos de Bodeboca. La mayor parte de mi trayectoria laboral ha estado ligada a la información local de mi ciudad en prensa escrita y radio. La casualidad (¿o causalidad?) hizo que cambiara ruedas de prensa, plenos municipales y visitas de obras por historias de bodegas, variedades de uvas y notas de cata con palabras mágicas como sotobosque. Viajar, el mar con los míos, los días soleados, perder la noción del tiempo en un museo y las canciones de siempre de Calamaro, U2 o Bruce Springsteen, son algunas de mis cosas favoritas. Y, por supuesto, si se dan acompañadas de vino, la perfección.