Cigales, tierra de rosados
Rodeada de gigantes como Ribera del Duero, Rueda o Toro nos encontramos con una pequeña denominación de origen nacida en 1991 y con una identidad inconfundible en lo que a vinos rosados y claretes se refiere: Cigales. Una tierra de vinos atractivos, complejos y elegantes que fueron denostados por el consumidor medio español durante las décadas pasadas y que ahora han resurgido gracias a los enófilos más jóvenes y a los mercados internacionales.
Localización y terruño
Nos situamos entre las provincias de Palencia y Valladolid, en plena meseta castellana y a unos 750 metros de altitud. Una zona que cuenta con más de 570 kilómetros cuadrados de superficie y que se caracteriza por un clima continental bastante extremo con fuertes oscilaciones térmicas, tanto durante el día como a lo largo del año. Se caracteriza por inviernos muy fríos con heladas y nieblas frecuentes, y veranos con fuerte sequía y temperaturas máximas que superan los 39 ºC.
Los viñedos se sitúan a lo largo de 13 municipios a ambos márgenes del río Pisuerga. Comprenden desde el término municipal de Pago “El Berrocal” hasta Palentino de Dueñas, incluyendo además Cabezón de Pisuerga, Cigales, Corcos del Valle, Cubillas de Santa Marta, Fuensaldaña, Mucientes, Quintanilla de Trigueros, San Martín de Valvení, Trigueros del Valle y Valoria la Buena.
Por último sus suelos, que influyen especialmente en el carácter de los vinos, están formados por arenas, calizas y gredas yesíferas y son pobres en materia orgánica. El resultado da lugar a viñedos con rendimientos bajos con bayas pequeñas de alta concentración de antocianos, buena intensidad aromática y materia colorante, algo muy característico en los vinos rosados de esta zona.
Un poco de historia
Aunque la D.O. comenzó a funcionar como tal en el año 1991, lo cierto es que se han encontrado escritos del siglo X en los que constan propietarios de viñedos en municipios como Corcos o Cubillas. Las huellas del pasado de esta región son innumerables y para ponernos un poco en contexto comentaremos brevemente algunas de ellas. Cigales es tierra de castillos, como el de Trigueros del Valle, el de Fuensaldaña o el de Mucientes, donde permaneció Juana La Loca. Junto a ellos se extienden los viñedos, en su mayoría propiedad de los monasterios, que necesitaban el vino tanto para el culto como para su consumo privado.
Pero sus vinos no solo alcanzaron gran fama en España si no también en el exterior a raíz de la filoxera. Esta plaga arrasó con gran parte de los viñedos de Burdeos, por lo que para suplir la carencia de vino se comercializaron vinos de esta región en Francia. Tal fue su importancia como exportador, que en 1888 ya producía más de 15 millones de kilos de uva.
La herencia de sus históricos claretes
Desde el siglo XII Cigales ha elaborado claretes, llegando a su máximo esplendor durante el siglo XVI, años en los que este vino se convirtió en el vino oficial de La Corte. Este tipo de vinos con mucha personalidad se diferencian de los rosados tradicionales en que se suelen elaborar mezclando las uvas blancas Verdejo, Albillo y Palomino con la Garnacha y la Tempranillo, una esencia que sigue perdurando en el tiempo. A pesar de ello muchas bodegas están apostando por rosados de corte más moderno con fruta más envolvente y directa.
Una región que no hace más que aumentar la calidad y refinamiento de sus vinos año tras año y que actualmente ha constituido una marca de personalidad propia con sus rosados, concentrando el 50% de la producción en su elaboración.
Vinos que durante décadas han sido ignorados por el consumidor español y que actualmente no han dejado de conseguir galardones en diversos certámenes del mundo como el Mondial du Rosé de la Unión de Enólogos de Francia o el Concurso Mundial de Bruselas de Rosados.
La Tempranillo como protagonista
Esta variedad tinta tan nuestra es la indudable protagonista española. Una uva que triunfa, entre otras cosas, por sus irresistibles aromas. En Cigales lo han tenido muy claro desde siempre para crear sus rosados de personalidad joven, muy aromáticos y apetecibles. Para elaborarlos se vinifica la Tempranillo junto con otras variedades como la Garnacha, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Tintorera o Garnacha gris, con las blancas de Albillo, Sauvignon blanc, Garnacha blanca o Viura. La calidad de los rosados de Cigales se debe también a que las uvas proceden de viejos viñedos, por lo que tienen una mayor concentración de azúcares en el fruto.
Y ahora que conoces la teoría vayamos a la práctica con dos seductores rosados:
Este vino es el buque insignia de Hiriart y sus uvas son fruto del viñedo más antiguo de la bodega, de 92 años. Se elabora exclusivamente con mosto flor, que es el jugo que va cayendo por la propia presión de las uvas tras una esmerada selección. Destaca su frescura, carnosidad, estructura y la elegancia de su expresión aromática.
Las cepas de origen de este rosado de finca fueron plantadas a finales de la década de los 30 del siglo pasado. Como era costumbre en esa época, en el mismo viñedo se cultivaba distintas variedades blancas y tintas. Las Musas es fiel reflejo de ello, un coupage de Garnacha, Tempranillo, Albillo mayor y Verdejo refrescante y con una complejidad revestida de aromas herbales, a flores blancas y fruta de hueso, con notas de panadería.
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