Cómo mola el whisky cola
El recorrido vital de un amante del whisky
Cuando uno echa la vista atrás para recordar cómo comenzó su relación con el glorioso destilado de origen irlandés adoptado por los escoceses como su bebida nacional, debe reconocer que no lo hizo degustando grandes whiskys de malta ni ahumados por la turba. Si uno es honesto, debe admitir que todo comenzó con un sencillo whisky-cola en un bareto cualquiera en el que hubiera una remota posibilidad de ligar.
Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que tú que estás leyendo esto tampoco comenzaste en el universo whisky degustando The Macallan, Glenlivet, Lagavulin, whisky japonés, The Glenrothes, Talisker, Glenmorangie, Ardbeg, Bowmore, Jura, Haig Club, Laphroaig o Highland Park. Lo hiciste con DYC y Doble-V, con Passport y whisky Peché, para después pasar por los inefables J.B., Ballantine’s, White Label y Cutty Sark mezclados con refresco de cola.
Este combinado, que hasta un chimpancé con problemas cognitivos puede elaborar, ha sido la piedra angular de multitud de iniciaciones whiskeras de los que no podemos dejar de estar a la última y “sabemos” diferenciar entre whisky escocés, whisky irlandés y whisky japonés, y encima sabemos que el bourbon no es whisky aunque se le parezca bastante.
Los que ahora nos extasiamos con The Macallan Triple Cask 12, The Glenlivet 18, Hibiki o Ballantine’s 21, antes hemos mezclado “el segoviano” con todo lo que se nos ocurría. Hubo un momento de transición en el que alguien nos aconsejó que probáramos whiskys “mejores” con hielo o con agua. Ahí aparecieron en nuestras vidas Chivas, Cardhu y Glenfiddich, inductores de todo lo que vino después.
En Bodeboca tenemos mucha suerte de contar con un estimulante surtido de los mejores whiskys del mundo. En nuestra tienda se pueden encontrar de todos los precios y colores. Ahora nuestros gustos han cambiado y hasta nos servimos el whisky en vasos ad hoc y lo enfriamos con bolas y cubitos metálicos para no aguar esta maravilla. Pero no siempre fue así. En el principio de todo, fue el whisky-cola.
Licenciado en Ciencias de la Información en su rama de Periodismo por la Universidad Complutense, de Madrid y formando parte del equipazo de Bodeboca desde la primavera de 2018. Aparte de encantarme los vinos y los destilados, soy un viajero apasionado al que le gustan mucho el humor, la radio, el fútbol, la historia, el arte, la buena música, la criminología y la literatura. En los últimos tiempos he descubierto la paz en las plantas y la generosidad en los perros: se rumorea que estoy madurando. Ah, y como solamente se vive una vez, mi filosofía vital se encuentra a medio camino entre el hedonismo y el epicureísmo.