Los vinos del Somontano: alma pirenaica con acento francés

|Categoría

Custodiadas por el imponente Pirineo aragonés se encuentran algunas de las joyas vinícolas del norte de España. “Al pie de la montaña”, significado del término Somontano, hace referencia a la localización de estos viñedos, cuya proximidad con esta cadena montañosa explica el origen y el carácter de sus vinos.

Aunque el Somontano no adquirió su estatus de Denominación de Origen hasta 1984, las tierras oscenses tienen una larga tradición vinícola. Los romanos fueron los primeros que cultivaron viñas al pie del Pirineo. Siglos después, durante el reinado de Pedro I de Aragón, fueron los monjes, que habitaban en los monasterios, los verdaderos artífices del crecimiento del viñedo. Sin embargo, la identidad de los vinos actuales de esta D.O. solo se puede entender a través de sus más recientes antepasados franceses. Cuando la filoxera golpeaba a los viñedos galos, François Lalanne Merlet, un productor de Burdeos, decidió junto a su mujer atravesar los Pirineos y establecerse en Aragón. En 1894, este valiente matrimonio fundó Lalanne, la bodega más antigua del Somontano. La llegada de esta influencia del norte supuso un soplo de aire fresco y revolucionó el cultivo de la vid en la zona. Esto explica el carácter rebelde e independiente del Somontano respecto a sus hermanas aragonesas. Mientras que la Garnacha es la reina en las denominaciones de Campo de Borja, Calatayud y Cariñena; los viñedos oscenses cuentan con 15 variedades permitidas. En este trono tan diverso, la Cabernet sauvignon, Merlot y Syrah comparten protagonismo con la Garnacha y otras uvas autóctonas. La personalidad de estas variedades y su conexión con el terruño prepirenaico da vida a unos tintos muy expresivos y con un carácter potente y estructurado.

El acento galo también se percibe en las variedades blancas. Es especialmente llamativo que la Riesling y la Gewürztraminer, dos de las variedades clásicas de Alsacia, sean las más apreciadas por los oscenses. Chardonnay, Sauvignon blanc, Macabeo y Garnacha blanca también tienen un gran rendimiento en este entorno donde el el clima cálido del verano facilita la maduración de las bayas, mientras que las corrientes de aire frío que descienden de las montañas dotan de un carácter fresco y una agradable acidez a estos blancos.

El viñedo de Viñas del Vero resguardado por el imponente Pirineo.

A pesar del innegable legado francés, en los últimos años los productores del Alto Aragón están prestando especial atención a las variedades autóctonas: las tintas Moristel y Parraleta y la blanca Alcañó están siendo rescatadas del olvido con prometedores resultados.

Con esta diversidad de variedades, una climatología única y un terroir fascinante, el Somontano se ha convertido en una de las regiones del país que más interés y admiración está generando entre los amantes del vino y la crítica especializada. Aquí os recomendamos tres bodegas y sus referencias más representativas para deleitarse con los vinos del Pirineo aragonés.

VIÑAS DEL VERO

El río Vero, que atraviesa las tierras de la comarca, da nombre a esta bodega fundada en 1986. A pesar de su carácter innovador, la filosofía de la bodega se centra en destacar el valor del terroir, las variedades y la identidad de sus viñedos. Sus vinos han conquistado los paladares de los oscenses y de los críticos más prestigiosos, logrando altas puntuaciones cada año.

Blecua 2016. Es uno de los tintos más icónicos del Pirineo. Este ensamblaje de Cabernet sauvignon, Merlot, Syrah, Tempranillo y Garnacha es el único vino que elabora la bodega homónima dirigida por el equipo de Viñas del Vero. Una estricta selección de las uvas y una larga crianza en barricas nuevas dotan a este vino de un carácter profundo y cautivador.

Clarión 2019. Este blanco compuesto por Riesling, Gewürztraminer, Chardonnay, Garnacha blanca y/o Macabeo es el secreto mejor guardado del Somontano. Los porcentajes de cada variedad son un enigma que nadie ha conseguido descifrar. Es un clásico de esta D.O. gracias a su potencia aromática, expresividad y elegancia.

La bodega El grillo y la luna se encuentra en el corazón de Barbastro.

EL GRILLO Y LA LUNA

Esta bodega familiar, fundada en 2007, ha logrado hacerse un nombre en la región gracias a la personalidad de sus vinos. Su filosofía persigue embotellar no solo el carácter varietal, sino también las peculiaridades de cada añada. Con esta filosofía, El grillo y la luna ofrece una magnífica selección de vinos de terroir.

El Grillo 2014. Este ensamblaje de Syrah, Cabernet sauvignon, Garnacha y Merlot muestra el carácter más galo del Somontano. Este tinto desvela una gran intensidad frutal sobre un fondo de especias dulces y notas de tabaco. Más de un año de crianza en barricas de roble francés afina los taninos y regala un aterciopelado posgusto.

12 Lunas 2021. El pequeño porcentaje de Gewürztraminer aporta un agradable perfume a este Chardonnay. Los aromas tropicales y florales encuentran una perfecta armonía en este blanco suave, fresco, afrutado.

OTTO BESTUÉ

Los orígenes de esta familia de viticultores datan de 1640, cuando ya eran conocida por su labor en el cultivo de la vid. El amor por el vino llevó a finales de los 90 a Lorenzo Otto Calvo y a su hijo a construir su propia bodega. Hoy es Ignacio Otto, la tercera generación, quien dibuja el futuro del Somontano con una colección de vinos artesanos adaptados al gusto del siglo XXI. 

Bestué Viñadores 2019. Este tinto de Garnacha, con una pequeña aportación de Cabernet sauvignon, es el emblema de la bodega. Sus dos años de crianza en barrica y su evolución en botella dotan a este tinto de una gran complejidad y capacidad de guarda. Los aromas de fruta madura y las notas tostadas y especiadas se expresan a través de su sedosa textura.

Chardonnay Blanco Fermentado en Barrica 2021. Uno de los vinos blancos más gastronómicos de Aragón. La fermentación y crianza en barricas nuevas aportan a este Chardonnay volumen en boca, fuerza aromática y cremosidad. El protagonismo del roble francés se percibe en los sabores ahumados, las notas de vainilla y los recuerdos de especias dulces.

Ignacio Otto, la tercera generación de la familia Otto Bestué, elabora los vinos en su bodega en Enate.

+ posts

Salmantina trotamundos con el corazón entre España y Canadá. En 2010 me licencié en Comunicación Audiovisual y posteriormente cursé un Máster de Guion donde aprendí los entresijos de lo que más me gusta, escribir historias. Después de trabajar en varios medios de prensa y televisión, en 2014 me fui a vivir a Toronto por amor y allí sentí el otro gran flechazo de mi vida: el mundo del vino. Cuando volví en 2019 a España trabajé de sumiller hasta que en 2021 tuve la oportunidad de entrar en Bodeboca, donde por fin uní mis dos grandes pasiones: redactar historias y vivir el vino en primera persona. Además, me encanta el cine clásico, la gastronomía y viajar.