Rioja Alavesa, un camino de sarmientos
La N-232A es la columna vertebral que sostiene una región vinícola histórica como es Rioja Alavesa. Una carretera en la que el amor por la Tempranillo, por la frescura que aporta la Sierra de Cantabria y por una tradición centenaria es lo que mueve todo. Este destino se ha convertido ya en un imprescindible, pues su dedicación en cuerpo y alma al vino y a todo lo que lo rodea lo convierte en hogar y punto de retiro espiritual para aquellos que lo vivimos con pasión. Hospitalidad, gastronomía y viñas que se extienden más allá de lo que la vista puede abarcar, teñidas de rojo en esta época del año.
Este viaje es por carretera, en el que una nacional de doble sentido nos da la bienvenida. La provincia de Álava está dividida en siete cuadrillas o comarcas, y Laguardia-Rioja Alavesa es, de todas ellas, la que está ubicada más al sur. Tanto Vitoria-Gasteiz como Logroño se encuentran a apenas media hora de esta región, lo que la convierte tanto en una perfecta excursión de día como en un lugar ideal en el que pasar un fin de semana o puente para aquellos que quieran dedicarle algo más de tiempo.
Si enumeramos las localidades que atraviesa la ya mencionada N-232A posiblemente se nos encienda la bombilla de nuestra memoria vinícola: Labastida, Samaniego, Laguardia; enclaves que dan apellido y prestigio a buena parte de los tintos de la zona. Y alrededor de esta columna vertebral, a apenas cinco minutos de desvío, otros tantos pueblos históricos como Villabuena, Leza, Páganos o Elciego. El rosario de localidades se suceden hasta llegar a 21, reuniendo a un total de 11.500 habitantes que viven y disfrutan de esta tierra única.
Por qué visitarla
Enumerar los motivos por los que visitar esta tierra con limitación en el número de palabras es complicado, pero sin duda el enorme desarrollo del sector enoturístico sería uno de los más reseñables. La posibilidad de pasear, comer o dormir rodeado de esas viñas de las que proceden buena parte de nuestras etiquetas imprescindibles se torna en un lujo accesible, una experiencia evocadora de las que disfrutar no una vez en la vida, sino cada vez que se pueda.
Las bodegas de la zona, especialmente en los últimos años, han dedicado grandes esfuerzos y recursos para que los visitantes disfruten de su estancia, recibiéndolos con enormes dosis de entusiasmo. Así, llevan las visitas al siguiente nivel, proponiendo diferentes tipos de actividades adaptadas a todo tipo de públicos.
Qué visitar
La ruta comienza en Labastida, con un paseo por su casco histórico que merece la pena visitar. Si seguimos en dirección este nos topamos con Samaniego. Justo al pasar el cartelón que nos indica que entramos en Euskadi, a la derecha, se encuentra Baigorri; su gran secreto son las apabullantes vistas que hay desde su parking.
La carretera está salpicada por decenas de bodegas. Tómatelo con calma: elige con tranquilidad una experiencia que se ajuste a tus expectativas. En este sentido, una buena opción puede ser la visita a Marqués de Riscal, con una propuesta enoturística excelente.
Los amantes de la historia también tendrán con qué disfrutar, y es que esta tierra está salpicada por dólmenes bajo los cuales se han encontrado hachas, joyas y diferentes objetos destinados a rituales paganos. Terminar en Laguardia, con un paseo por su collado y una visita a sus calados subterráneos puede ser el broche de oro a una jornada deliciosa.
Dónde comer y beber
La pureza del País Vasco y la tradición de La Rioja son las bases sobre las que se sostiene la gastronomía de la zona. Rioja Alavesa tiene opciones para los amantes de lo tradicional y también para aquellos que deseen propuestas más atrevidas; nos es imposible mencionar todas las que son, pero sí son todas las que siguen. Entre los clásicos de la zona destaca el mítico Jatorrena, donde las patatas con chorizo, las pochas frescas con sacramentos y las chuletillas al sarmiento son las protagonistas.
Los exploradores encontrarán un buen aliado en Palacio de Samaniego, un hotel boutique con una propuesta en la que reina la originalidad. Y para los que deseen un producto de primera, sin artificios, con un respeto llevado al siguiente nivel y con la brasa como hilo conductor, Svgar, en Laguardia, es su opción. También allí, y con unas vistas privilegiadas, se encuentra Amelibia, donde impera la tradición con un toque contemporáneo.
Fotos cedidas por la Ruta del Vino de Rioja Alavesa.
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