Bushmills

La localidad de Bushmills tuvo el privilegio de conseguir para la destilería local la primera licencia de destilación de whisky que se creó en el mundo y que concedió el rey Jaime I. 

En 1885 un voraz incendio acabó con la destilería Old Bushmills. Muy pronto se reconstruyó y volvió a estar operativa creciendo mucho en ventas gracias al incipiente mercado de los EE. UU.

La penúltima década del siglo XIX fue prodigiosa para la empresa ya que se convirtió en el whisky del momento llegando a conseguir la única medalla de oro para un whisky en la Exposición Universal de París de 1889. 

El secreto de Bushmills es su apuesta por una cebada malteada de la mejor calidad como único cereal empleado en la elaboración, por el mejor agua de manantial que pasa por la propia destilería, por una triple destilación y por un envejecimiento lento en barricas viejas de roble americano que contuvieron bourbon y oloroso de Jerez.

En la propia destilería hay espacio para el mantenimiento del parque de barricas que atesora, primordial para dar ese toque suave y sedoso de los whiskys de la marca.