Château Fombrauge

La historia de Fombrauge está vinculada a 3 familias: Canolle, Dumas, y Taffard. El primer escrito donde aparece el Castillo Fombrauge es del final de la Guerra de los Cien Años, que terminó en 1453 en el Castillon La Bataille, a pocos kilómetros de distancia de la finca.

Ya en el siglo XIX, Fombrauge pasó a la familia Taffard. Con él, se consiguió la medalla de oro en la Exposición Universal de París en 1867, aunque 20 años más tarde, el castillo fue vendido a una casa de comercio danesa.

Durante 12 años, sus vinos se vendieron exclusivamente en el mercado escandinavo, y por desgracia cayó en el olvido dentro del mercado francés.

La adquisición de Fombrauge por Bernard Magrez en marzo 1999 para descubrir este Grand Cru de Saint-Émilion, abrió nuevos horizontes a la bodega nunca antes conocidos.

Fue en septiembre de 2012 cuando el Castillo llegó a la cima de la jerarquía en la denominación Saint-Émilion y se convirtió oficialmente Grand Cru Classé. Esta nueva clasificación coronó el trabajo de fondo y las muchas inversiones realizadas para mejorar la propiedad que se habían realizado desde el año 1999.

Viñedos

Château Fombrauge se encuentra en la extensión de la meseta de piedra caliza y colinas de Saint-Émilion. Su gran tamaño favorece una diversidad de suelos y sus concretas exposiciones dan al vino su complejidad e identidad Fombrauge.

La plantación

Para las variedades de uva blanca, los viñedos se componen de 40% Semillon, 30% Sauvignon Blanc y 30% Sauvignon Gris. Para los tintos, los viñedos son un 77% Merlot, 14% Cabernet Franc y 9% Cabernet Sauvignon.

El promedio de edad de las viñas de Château Fombrauge es de 35 años y la densidad de plantación es de 6.600 cepas por hectárea.

El rendimiento promedio es de 35 a 40 hectolitros por hectárea, excepto "Magrez Fombrauge " cuyo rendimiento es de 25 hl/ha. Con respecto al blanco, el rendimiento promedio es más bajo, concretamente de unos 30 hl/ha.

La Viticultura

El viñedo es tradicional. Todas las operaciones se realizan manualmente. Cada parcela posee una "tarjeta de identidad" y se enumeran para que se pueda trabajar de forma individual y proporcionen las mejores uvas posibles. La vendimia, por su parte, se realiza a mano en pequeñas cajas para evitar daños en la uva.