Galería de imágenes de Iria Otero
Localización y otros datos de interés
Año de fundación
2015
Un giro vital como en las grandes historias hizo que Iria Otero, farmacéutica coruñesa de formación y profesión, lo dejara todo en 2022 para estudiar enología en Logroño.
No creció entre viñas, cubas y barricas ni su familia atesora una larga tradición en el sector, pero el vino siempre fue protagonista y pasión en su casa. De la mano de su padre visitó por primera vez una bodega en la Ribeira Sacra y la huella indeleble de ese recuerdo a buen seguro cobró todo el sentido cuando por fin pudo dedicarse a la viticultura y la enología, primero trabajando para bodegas como Vintae (Rioja) o Dominio do Bibei (Ribeira Sacra), y a partir de 2015 volando en solitario con sus proyectos personales.
De esta forma comenzó en Rías Baixas, comprando uva y elaborándola en la bodega de una amiga. Pero ésta no es la única región en la que Iría concibe sus creaciones, también ha extendido su inquietud vinícola a Ribeiro, Valdeorras y próximamente a Ribeira Sacra, su flechazo primigenio.
En la primera de las regiones lo hace desde 2018, cuando estableció en el concello de Leiro su “bodega base” en una pequeña casa donde también vive con su pareja Miguel Núñez y sus tres hijos. Allí alumbra el proyecto Vinos con Memoria, en el que, a partir de viñedos viejos en la zona del Ribeiro do Avia, tanto en propiedad como arrendados, busca “expresar las bondades” de las variedades autóctonas cultivadas y de su terruño de origen. La tradición es su guía, incidiendo en “una viticultura basada en la sostenibilidad, bajos rendimientos y elaboraciones pausadas en materiales como hormigón y maderas de castaño y roble”. Todo para lograr “vinos de antaño pero con una visión moderna". La esencia gallega se deja sentir hasta en el nombre de cada uno de ellos, A Seara, Teixugo o Alebub, representativas de este ámbito.
Además, desde la cosecha 2020, bajo la marca que lleva su propio nombre y “aprovechando las sinergias con otros compañeros adegueiros y viticultores”, Otero elabora junto a Diego Velázquez, responsable de la distribuidora Velbendi, vinos con pequeñas crianzas en bodegas de amigos basados en las variedades locales. Hablamos de referencias frescas y sápidas que constituyen su interpretación de Valdeorras, con el godello Valmica; Ribeiro, a través del también blanco pero de Treixadura y Torrontés, Ravia; y de Rías Baixas con Sal de Albariño como emblema. A ellos próximamente se unirá su versión de Ribeira Sacra materializada en un tinto con base de Mencía.
Y la lista no termina porque, al margen de sus aventuras personales, Iria también está embarcada en la elaboración de “vinos compartidos”, colaboraciones con bodegueros amigos como 11th House junto con a Zachary Elfman de Mission Wines y Carlos Lorenzo de Adega do Demo, o Xira, con su vecina y amiga Xulia Bande de Son de Arriero.
Pese a su distinto origen todos comparten la marca personal de la enóloga, “Son discretos y elegantes, pero también disfrutones y divertidos. Son vinos honestos que hablan del paisaje y la tradición de nuestras zonas”.
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