Koyle Los Lingues

Los viñedos que antaño plantara Francisco Undurraga Vicuña allá por el año 1870 cuando mandó importar vid desde Burdeos, fueron el origen de los que ahora siguen enhiestos sobre las laderas de la roca de Los Lingues, un paradisiaco lugar enclavado en las estribaciones de la cordillera de Los Andes. 

En el pasado glorioso de la bodega hay varios hitos que merecen ser recordados, como cuando en el año 1903 se convirtió en la primera bodega chilena en exportar sus vinos a los Estados Unidos, o en 1942 cuando ya llegaban a sesenta países. En 2006, Alfonso Undurraga compra Los Lingues y junto con su hijo Cristóbal fundaron Viña Koyle. En 2009 comenzó la transición de Koyle hacia una agricultura biodinámica.

La apuesta de esta familia pegada y apegada a la viticultura desde hace tanto tiempo, es la de crear vinos que sean hijos bien agradecidos a un terruño único que les ha dado todo mostrando esa herencia, el ADN que deja claro el lugar del que provienen, sin artificios, con una idea clara de mínima intervención y la búsqueda de la verdad a través de las certificaciones biodinámicas. Si pruebas un Koyle, sabes que es un Koyle. 

Y seguro que a lo largo de esta lectura te has preguntado el origen de la palabra “koyle” que da  nombre a la bodega. Pues es bien simple, es una flor nativa de la zona de Los Lingues que para esta familia representa la elegancia, la finura, la perfección, el bello resultado final cuando las cosas se hacen bien. Para conseguir esta perfección, sus uvas son cosechadas a mano, vinificadas con una baja intervención para preservar su natural expresión y luego envejecidas. El resultado: vinos que se caracterizan por su buena estructura, elegancia, frescura, equilibrio, concentración y buena acidez.