Sencillo no es igual que simple. Algo único no tiene por qué ser inaccesible. Sin puntos sí hay paraíso. Los vinos de Germán R. Blanco rompen todos los prejuicios. [break]
Y lo hacen a golpe de calidad y verdad a raudales, respetando por encima de todo el terruño, el viñedo y la tradición. Prepárate para gozar a lo grande porque, aunque el enólogo asturiano se reste importancia y asegure que solo hace vinos para beber, lo que encierran sus botellas va mucho más allá.
La andadura de Germán empezó en 2006 con Quinta Milú, demostrando que otra Ribera del Duero era posible. Hoy, convertido en un elaborador de culto, extiende su filosofía de “vinos artesanos y vivos” a Rioja y al Bierzo Alto.
Abanderando una viticultura tradicional y orgánica centrada en las variedades autóctonas y en la mínima intervención en bodega, Germán logra su objetivo de embotellar paisajes que fluyen en vinos exaltadores de su cualidad frutal, plenos de frescura, bien hechos y con una relación calidad-precio difícil de creer. Y más si tenemos en cuenta que muchas de sus elaboraciones son de limitada producción como La Nave o Clos Pepín no llegando, o superando por muy poco, la barrera de los 10 euros.
Todas las propuestas que vas a encontrar aquí exhiben un perfil muy distinto pero guiadas por un nítido hilo conductor que habla con orgullo y sin complejos del lugar en el que han nacido y de un disfrute sin límites. Qué suerte la nuestra poder comprobarlo.
Aurora era el nombre de la bisabuela de Germán R. Blanco. En ella se inspiró para su proyecto en Villa de Albares, que le permite volver a sus raíces y viajar a su infancia a través de la creación de vinos fieles a esta tierra.
Germán R. Blanco es un viticultor inquieto, preocupado porque sus vinos reflejen minuciosamente la tierra de la que proceden. Impulsado por este afán de retratar el terruño, Germán ha creado proyectos en Rioja, Ribera del Duero y en León.