VPuro

Viñedos viejos y centenarios, en laderas y en valles, sobre suelos más arcillosos o más calcáreos. Son esta variedad de condiciones y diferencias aquello que ambos enólogos buscan interpretar en diversos vinos, cada uno con su personalidad propia, persiguiendo el reflejo más puro del terruño. 

Los vinos de Mira do Ó, vengan de donde vengan, son siempre fieles a lo que se ha convertido en su autoría. La máxima interpretación del terroir mediante el uso de variedades de uva locales, algo que sin duda sigue en pie en este proyecto. También forma parte de su filosofía la elaboración de vinos con la mínima intervención, adaptándose siempre a cada viñedo para que se exprese de la forma más pura posible. 

A unos 30 kilómetros del mar, cerca del municipio de Mealhada, las vides crecen bajo la influencia de un clima puramente atlántico sobre suelos más arcillosos y profundos, o más calcáreos y expuestos. El fruto de ello son vinos tensos, muy frescos y complejos que están además muy ligados a su origen. 

Blancos, en su mayoría de Bical, Cercial y Arinto, elaborados en barricas usadas o depósitos de acero dependiendo de la variedad sin adición de levaduras y con fermentaciones muy lentas. Suelen realizar una crianza posterior de unos 12 meses sobre lía fina y un breve afinamiento en botella, algo que les otorga una complejidad única. 

Los tintos, en su mayoría elaborados a partir de Baga de viñas viejas, normalmente se vinifican con un porcentaje variable de racimos enteros con raspón en lagares con pisada de las uvas o en troncocónicos de roble, con posterior crianza de entre 12 y 24 meses en madera.