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Localización y otros datos de interés
Ángel Sequeiros
Quinta A Gaviñeira, 1
36450 Cabreira PO
España
En 1985 Ángel Sequeiros apostó todo a la Albariño y en 2001 su hijo, Clemente Sequeiros, volvió a apostar por esta variedad para elaborar blancos de guarda, con estructura y cuerpo, emulando a los grandes blancos europeos.
Ángel Sequeiros, el más joven de seis hermanos, nace en enero de 1920 en Cabreira, Salvaterra de Miño (Pontevedra), en el seno de una familia campesina. En aquella época, obtener de la tierra los alimentos ocupaba todo el tiempo y exigía todos los esfuerzos. En 1938 fue reclutado y obligado a participar en la Guerra Civil Española (1936-1939).
Tras regresar a casa emigró a Brasil, casado y con dos hijos, como tantos miles de gallegos, en busca de una vida mejor para su familia. Al retornar a Galicia en 1960 volvió a sentir la llamada de la tierra y compró la finca Quinta A Gaviñeira, propiedad solariega en la que existían viñedos de Albariño de los años veinte. Pocos años después comenzó la ampliación de la plantación hasta completar las 7,4 hectáreas actuales.
La finca, propiedad solariega sita en el Condado, a tiro de piedra del rio Miño, cuenta con restos de una torre de defensa (s. XV) y 7,4 Ha de viñedo de albariño. De tierra fértil, rica en minerales, está orientada al poniente y recibe sol desde el amanecer al anochecer.
La bodega de elaboración se construyó entre 2009 y 2010 partiendo de una nave que existía dentro de la propiedad y tiene una capacidad de elaboración de 20.000 litros. En su interior es un espacio forrado de madera, una idea que rescata Clemente Sequeiros (arquitecto de profesión) volviendo la vista al pasado, cuando los vinos se fermentaban y guardaban en madera, antes de la aparición de los depósitos de acero inoxidable.
La bodega, parcialmente enterrada, se proyecta a caballo de dos muros tradicionales de piedra que penetran en el edificio, convirtiéndose en protagonistas del espacio interior, al conformar las rampas, a las que vuelcan todas las salas, al tiempo que organizan los recorridos interiores.
La fachada tapizada de vid, y la cubierta ajardinada, optimizan su comportamiento térmico al reducir la incidencia de radiación solar, y provocan que el edificio cambie de aspecto, al igual que el entorno, con el transcurso de las estaciones, mimetizándose como un elemento vivo en el paisaje rural.
La bodega se convierte en el corazón del viñedo, cobijando su fruto y ofreciendo un espacio cálido y sorprendente a los visitantes que deseen participar de la cultura del vino.
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