En Quel, situado en plena Rioja Oriental, elaboran vino como parte de su esencia desde hace siglos, y la familia Pérez Cuevas ha sido testigo de ello.
Llevan cuatro generaciones cultivando sus vides con mimo y elaborando sus vinos con sabiduría, de esa que se adquiere tras años de experiencia transmitida de padres a hijos. Así es como mantienen sus valores intactos, con métodos tradicionales y ancestrales, y consiguiendo unos vinos que son la forma más pura de transmitir todo esto.
Allá por el siglo XVIII los viticultores de Quel comenzaron a excavar unas cuevas en la peña circundante. Así nació el que es el Barrio de Bodegas de esta localidad riojana, lugar en el que se elabora vino desde entonces y que fue testigo del nacimiento de este proyecto familiar iniciado por Gabriel y Mari Luz.
Plantaron sus vides en las laderas de la Sierra de Yerga, provistas de una naturaleza soberbia, y en el valle del río Cidacos, jugando así con las altitudes, orientaciones y parajes para poder transmitir de la mejor forma posible las mil caras de Rioja a través de sus vinos.
No tardaron mucho en poder descubrir que había sido todo un acierto. Las variedades clásicas de Rioja exhiben aquí su mejor versión, traducida en dos gamas únicas que la familia Ontañón elabora con gran esmero: la colección de Insólitos y Clásicos.
En la década de los 90, la familia tomó la decisión de trasladar su centro de operaciones a Logroño creando su bodega museo, el Templo del Vino. Un verdadero tesoro arquitectónico pionero en enoturismo en España, nacido gracias a la amistad ente Gabriel Pérez y el artista riojano Miguel Ángel Sáinz, que convirtió este lugar en uno de los más originales de toda la histórica denominación riojana.
Hoy, el legado de Gabriel y Mari Luz sigue muy vivo. Son sus descendientes, Raquel, Leticia, Rubén y María quienes mantienen el fuego de su pasión ardiendo, en cada uva, en cada botella y en cada gota de vino.
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