En 1703 comienza la aventura de la familia Colla en Santo Stefano Belbo, en el norte de Italia. Con tres siglos de herencia vitivinícola, la bodega continúa cosechando éxitos.
Si algo caracteriza a este proyecto es que su equipo sabe perfectamente en qué consiste la labor de un agricultor. Y es que dedicarse a la tierra significa aceptar los ritmos de la naturaleza, sus riesgos, esperar y, si hay suerte, recoger sus frutos. Es un trabajo apasionante que implica paciencia. Ese es precisamente el legado de la familia Colla.
La primera añada de esta casa familiar se elabora en 1969. Más adelante, Tino Colla y su sobrina Federica unen conocimientos y fuerzas para implantar un modelo más sostenible en sus viñedos con el fin de brindar a cada uno de sus vinos una expresión única del terroir y la añada.
Sus viñedos están situados en la región de Langhe, al sur del río Tanaro, a una altitud de entre 210 y 400 metros sobre el nivel del mar. El suelo es rico en arcilla y caliza y aporta elegancia y complejidad a los vinos producidos en estas colinas. El resultado son vinos equilibrados, ricos y complejos, con un gran potencial de guarda.