El maestro de la costura Roberto Verino pone en valor sus raíces familiares con Gargalo, un proyecto que busca la gloria de lo autóctono.
Fueron los abuelos maternos de Verino quienes inculcaron en su nieto la pasión por el vino cultivando los escarpados viñedos de Ribeira Sacra. Más tarde, la familia se estableció en el marco del castillo de Monterrei y fueron testigos del momento de establecer esta quinta denominación de origen gallega. Allá por los noventa, fue cuando la familia inició su andadura vinícola con Gargalo.
Treinta años más tarde, Verino decidió retomar este proyecto, buscando ante todo una visión franca pero creativa de lo que es Monterrei, de lo que son sus vinos. Así, lo que encontramos en Gargalo es veracidad.
Para ello acuden a las reinas blancas de la región, Godello, Albariño, pero también a la Dona Branca y la Loureira. Pero también a las tintas, con la Mencía como protagonista principal, acompañada de las minoritarias Merenzao y Arauxa.
Sus vides crecen en un entorno único, ya sea por la belleza del paisaje como por su localización perfecta para el crecimiento de la viña. Esto es clave para lograr su objetivo: crear vinos de excelencia en una región con un enorme potencial.
