Estudió magisterio pero pronto se dio cuenta de que necesitaba dedicarse a un oficio a través del que pudiera canalizar su vitalidad. Y lo encontró entre viñas.
En 2014, acogido en sus instalaciones por 4 Monos, Carlos Sánchez se lanzaba en solitario a elaborar vinos en la sierra de Gredos. La Garnacha, y luego la Albillo, de Cadalso de los Vidrios dieron vida a Las Bacantes, vinos elegantes, finos y con todo el carácter de esta zona de la D.O. Vinos de Madrid, que desde la añada inaugural contaron con el reconocimiento y las altas puntuaciones de Luis Gutiérrez, el hombre de 'The Wine Advocate' en España.
Las tablas aportadas por este proyecto llevaron a Carlos a querer más. En el punto de mira, un deseo: poder elaborar vinos en Rioja, tierra que conocía desde niño por sus vacaciones familiares. Allá recaló, primero asociándose con Nacho Jiménez y Javier García (La Esquirla del Bardallo) en 3 Viñerones, y más tarde, en 2019, una vez afincado, con su proyecto en solitario fundamentado en dos términos municipales míticos, Labastida y San Vicente de la Sonsierra.
Allí, partiendo de un puñado de pequeñas parcelas en vaso que suman dos hectáreas y media, y aún sin bodega —elabora en las instalaciones de la Unión de Cosecheros Labastida— alumbra los vinos que, como ya sucediera con sus antecesores madrileños, son los que a él mismo le gusta beber, aquellos que tienen como hilo conductor la elegancia, la frescura, la mineralidad y la autenticidad, fáciles y agradables, que nacen de una viticultura y una enología cuidadísimas al detalle y respetuosas con un enfoque ecológico y biodinámico y un claro guiño a la filosofía de su admirada Borgoña.