Este vino ya no está disponible
Hay enólogos que siempre estuvieron enamorados de variedades concretas al margen de las modas. Ese es el caso de Raúl Acha y su querida Garnacha, sobre la que pivotó todo un proyecto como el que hoy os presentamos. [break]
En casa de los Acha, en Cárdenas (La Rioja) siempre hubo más Garnacha de la que ha sido frecuente ver en los viñedos riojanos desde mediados de los años 70. Su pueblo ha sido desde entonces una especie de bastión de la Garnacha, “todavía hoy es la localidad que tiene más cantidad de viñedos de Garnacha de más de 80 años de toda la denominación”, nos cuenta orgulloso.
Y es que su familia siempre fue una firme defensora de esta variedad, aunque lo hiciera con la boca pequeña. Según nos cuenta en una entrevista para nuestro magazine Vignerons, llegaron a tener cierto complejo de inferioridad con ella. “El mercado demandaba otro tipo de uvas, y los viticultores plantamos y arrancamos cepas en función de la demanda del mercado”, nos dice no sin cierta resignación.
Sin embargo las modas cambian. Bastó que un puñado de locos comenzaran a apostar por esta variedad como ocurrió en el Priorat y que algún que otro juez mediático empezara a alabar las cualidades de esta uva en alguna revista de renombre. “A partir de 2007-2008 nos empezaron de repente a demandar monovarietales de Garnacha”, dice Raúl Acha, también director técnico del grupo Vintae.
Entonces, con la Garnacha en boca de todo el mundo, Raúl cogió el coche y se lanzó a la búsqueda de Garnachas viejas que pidieran unas manos que supieran entenderlas, como las suyas. “Empezamos a conocer viticultores de Garnacha de los que nos fuimos enamorando y así comenzamos a hacer los vinos del Proyecto Garnachas de España”, asegura.
Ahora la familia crece, y a sus ya conocidos Garnacha Salvaje del Moncayo, Garnacha Olvidada de Aragón y Garnacha Fosca del Priorat, se suma una novedad: Garnacha Perdida del Pirineo, un vino del que os presentamos en exclusiva su primera añada, la 2015.
Le pedimos a Raúl que nos narre las singularidades de esta nueva creación, y en su voz se aprecia la ilusión del enólogo que estrena criatura. Nos habla del viñedo del que procede, ubicado en zona prepirenaica y cultivado ecológicamente desde su plantación hace casi 20 años. Y nos versa también sobre la buena integración de un vino que combina la sabrosidad de una uva muy golosa con la frescura de un viñedo en altura. Todo en una producción de menos de 10.000 botellas. Lo reconocemos, nos ha puesto los dientes largos. Una nueva Garnacha ha llegado a casa.
La pasión del enólogo Raúl Acha por la Garnacha fue el punto de partida de una aventura que pretende rescatar del olvido algunas de las zonas tradicionales de cultivo de esta uva.
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