Tío Pepe

Estamos ante un símbolo, ante uno de esos vinos conocidos en todo el planeta que consigue que al ver su icónico logo, todo el mundo se transporte a Jerez. [break]

Y quien haya visitado su emblemática bodega pegadita a la catedral, haya quedado impresionado por su belleza, historia y por los tesoros que allí cobija, dignos de ser guardados en un banco central si eso fuera posible. 

Aquí viene Tío Pepe a presentarnos la última edición de su Fino en Rama, la 2024, que es nuevamente un espectáculo. Y no llega solo, viene acompañado de un cuadro flamenco que en eso de “tocar las palmas” no tiene parangón. Cuatro palmas, cuatro, que nos van a alegrar el corazón y a quitar el sentío. Nadie mejor que don Antonio Flores, el alma viva de la bodega jerezana, para resumirnos en pocas palabras llenas de poesía lo que se recoge en estas cuatro botellas que hacen un viaje por las distintas edades del fino hasta llegar a coronarse amontillado en un viaje por el tiempo entre criaderas y soleras. 

Para el enólogo y maestro mezclador de González Byass, Tío Pepe Una Palma es “tíza, talco, yodo y sal, Macharnudo y Carrascal. Mucho sol, agua bendita y el milagro de la flor. Abre esta botella y disfrutarás del sabor de la alegría”. Dos Palmas “es el esplendor de la flor. Y hundí mi venencia en esas botas que huelen a mar y saben a pan, esas botas son un beso robado de sal en nuestras bocas”. 

Y qué decir del Tres Palmas, Antonio lo define así “este vino es fino y viejo, inmedible e intangible, emocionante y terminal. Este vino es el límite entre la vida y la muerte, la agonía de la flor”. Y remata con un panegírico a Tío Pepe Cuatro Palmas: “se apoderará de ti, impregnará tu piel, mojará tus labios, recorrerá tus venas y acelerará tu pulso. Sólo entonces disfrutarás con pasión de este elixir divino”. Sea.