Champagne Eric Taillet

Para él, la relación entre el suelo y el vino está intrínsecamente ligada al respeto por el medioambiente y la tradición. El resultado de ello son unos espumosos que traen en cada burbuja toda la energía del famoso terruño francés de Champagne. 

Su protagonista es la Meunier, que cultiva en viñas viejas, o muy viejas, sobre suelo vivo de arcilla y subsuelo de caliza, pedernal, marga y arcilla. En sus propias palabras, la “Meunier es fruta, finura, largura en boca y con una paleta aromática extraordinaria."

El trabajo en la viña es, para Taillet, el factor distintivo de sus espumosos. Se centran en cuidar el suelo vivo mediante y mediante el aporte de materia orgánica, para favorecer el desarrollo de la vida microbiana, el enraizamiento secundario profundo y la reserva de agua. 

Y es que estimular los microorganismos es una filosofía que les ha llevado a plantar unas 600 hayas alrededor de la viña con el objetivo de atraer aves, abejas e insectos para crear biodiversidad.

La vinificación de sus vinos sigue los métodos más tradicionales. Tras la cosecha, las uvas pasan por una prensa tradicional de madera, Dollat, y se deja reposar el mosto. Así, crean una reducción que contrarresta la oxidación y conserva la fruta.

Utilizan barricas de roble y depósitos de acero inoxidable para la fermentación, donde permanecen los vinos de reserva en contacto con sus lías. Después, terminan de afinarse mediante un proceso de envejecimiento, en el cual, transcurridos 15 meses, las botellas se colocan inclinadas cabeza abajo para prolongar su crianza.