Tras 25 años como comerciante de vinos y participando en diferentes proyectos bodegueros nacionales e internacionales, Jesús Mª Soto decidió en 2012 emprender su propia aventura.
La clara vocación familiar de SotoManrique quedó patente desde la elección de su propio nombre, nacido de la unión de los dos apellidos de la saga.
Asentada en el pueblo abulense de Cebreros, la casa tiene en la búsqueda de lo diferencial y lo auténtico su pilar fundamental. Y lo cimenta sirviéndose del paisaje, de suelos de granito y pizarra, de cepas viejas recuperadas desde una viticultura orgánica, y de una elaboración mínimamente intervencionista.
Sus 20 hectáreas de pequeñas viñas, principalmente de Albillo real y Garnacha, están plantadas a diferentes altitudes, entre 650 y 1.070 metros, en suelos de distinta composición y textura que ofrecen un amplio e interesante abanico de posibilidades.
Estas condiciones, junto a un estilo de vinificación fundamentado en fermentaciones espontáneas a temperatura controlada, mayoritariamente en depósitos de hormigón, y en crianzas en tinas de madera de gran volumen y en fudres, dan vinos expresivos, con gran carácter frutal, frescura, intensidad, tensión, fluidez y elegancia.