Dominik Huber es uno de esos talentos foráneos que se han dejado atrapar por el embrujo del Priorat. ¿Las razones? Encuéntralas aquí. [break]
Sus vinos son objeto de deseo tanto para la crítica como para nuestro comité de cata. Naturalidad, capacidad de guarda, finura y mucha verdad, la de la tierra de pizarra y arcilla sobre la que cobran vida.
Lo que tenemos aquí es un diluvio de altas puntuaciones. Todas parecen tanteadores de baloncesto. Estamos hablando de una de las bodegas mejor valoradas de nuestro país, por algo será. Hace ya más de diez años que el bávaro decidió instalarse en este rincón de la provincia de Tarragona para dar forma a sus sueños vinícolas. Desde entonces ha consolidado a Terroir al Límit como una referencia de culto.
Pasó de utilizar la extracción y hacer vinos concentrados a conseguir un perfil más ligero; empezó a buscar la expresión del paraje, de esa fuerza que tiene el paisaje. El cambio lo propició un amigo siciliano en 2006, cuando le comentó que le quería mucho pero que no podía beber más su "sopa de roble". Dominik reaccionó y empezó a vendimiar antes, se deshizo de las barricas pequeñas y apostó por una vinificación más borgoñona.
A partir de ese momento buscó transmitir este origen de forma pura, sin artificios, huyendo del estilo anterior a la revolución del Priorat. Ha conseguido que sus creaciones sean frescas, limpias, elegantes, sutiles y complejas. Arriesgó y apostó por una corriente que parecía una locura en su día, pero gracias a la apertura de miras de Huber podemos encontrar algunas de las referencias más interesantes del panorama actual.
Proyecto purista que busca recuperar un estilo de vinos anterior a la revolución del Priorat,con una filosofía que rescata la expresión más pura de la Garnacha y la Cariñena.