La historia de Bodegas Álvaro Domecq se remonta a 1850, año en el que se funda Bodegas Pilar Aranda, que durante siglos se consolidó como uno de los productores de mayor calidad del Marco de Jerez.
Pilar Aranda fue la primera mujer bodeguera del Marco de Jerez. Con el máximo respeto a esa tradición y al importante lugar que ocupaba la bodega, en 1998, Álvaro Domecq Romero se hace cargo de la mítica bodega jerezana.
Pero si hay dos elementos que caracterizan a Jerez son sus vinos y sus caballos, y en Bodegas Álvaro Domecq han querido homenajear a estos dos mundos con una colección de vinos que presenta la cara más amable y cercana de este tipo de vinos, sin perder un ápice de solvencia y carácter.
A nivel personal, la colección supone una enorme satisfacción para el fundador de la bodega, D. Álvaro Domecq, que ve reflejadas en esta familia de vinos las dos pasiones a las que ha dedicado su vida.
D. Álvaro siempre ha considerado a sus caballos compañeros y cómplices de sus éxitos y los recuerda con enorme cariño. Este es el punto de partida de esta familia de vinos que es casi una colección de retratos familiares con los que quiere recordar y homenajear a los caballos más especiales de su carrera. Aquellos a los que debe tanto y a los que ha querido retratar en esta colección que conjuga las dos pasiones que han marcado su vida.
Cada vino se identifica con un caballo emblemático de la familia en una colección compuesta por Fino La Janda, Manzanilla La Jaca, Alburejo Oloroso, Aranda Cream, PX Viña 98 y Vinagre de Familia. Una gama que refuerza la estrategia de una bodega, que no olvida que nació para hacer grandes los vinos de Jerez.