Antonio Alcaraz lo dejó todo para conquistar un sueño, el de crear vinos en una tierra legendaria para darlos a conocer por todo el mundo y hacer bandera con ellos.
Este sueño empezó a construirse a comienzos de los años 2000, cuando Alcaraz abandonó su antigua profesión, que por aquellos tiempos se encontraba muy alejada del mundo vitivinícola.
Detrás de este sueño está el impulso y el trabajo de dos familias con varias generaciones dedicadas al cultivo de la vid y elaboración de vino en la localidad mítica de Laguardia.
La Sierra de Cantabria es testigo de lo que ocurre en la bodega, que con su microclima excepcional permite el desarrollo de un estilo vinícola reconocido en todo el mundo, por lo que es un objetivo prioritario el favorecer la expresión natural del vino desde la viña, de manera equilibrada.
La crianza de toda sus referencias se realiza en la propia bodega, bajo una nave subterránea que se encuentra a 6 metros bajo tierra. Estas circunstancias hacen que los vinos se críen de forma natural en una temperatura media anual de 13 ºC.