La bodega Dry River debe su nombre a una de las primeras estaciones de ovejas del sur de Wairarapa, en Nueva Zelanda, aunque sus vides se cultivan en el municipio de Martinborough.
Dry River fue fundada en 1979 por Neil y Dawn McCallum y posteriormente vendida a Julian Robertson y Reg Oliver en 2003, aunque con Neil como enólogo.
Los primeros vinos de la casa fueron embotellados en el año 1984 y actualmente la bodega ya cuenta con una importante reputación que la sitúa entre las más emblemáticas de Nueva Zelanda.
El objetivo de Dry River es producir vinos de madurez fenólica óptima con sabores de frutas maduras y niveles moderados de alcohol que reflejen fielmente el árido lugar y la época de la que proceden.
Los factores más representativos de esta bodega son sus cepas viejas, el bajo rendimiento y un reducido número de barricas nuevas de roble, para intentar preservar antes de mejorar lo que la naturaleza ofrece.
Todos los vinos se embotellan en una etapa temprana de la evolución y están cerradas con tapones de corcho natural, algo poco habitual en los vinos del Nuevo Mundo.