Nuestra colección de vinos y piscos con sabor chileno
Es el momento de conocer Chile, y para ello te ofrecemos una amplia variedad de vinos y piscos procedentes de este lejando e interesante país sudamericano. [break]
Situado a más de 10.000 kilómetros de España, Chile es un gran desconocido para muchos. Sin embargo, en lo que respecta al vino no es un lugar cualquiera. Se trata del cuarto mayor exportador de vinos por volumen, y si hablamos del Nuevo Mundo, estamos ante el número uno. Además, su particular ubicación —con barreras naturales tanto a norte, sur, este y oeste— convierten a este largo y angosto país en una especie de isla que permite que una gran variedad de uvas se expresen a la perfección, dando vinos y destilados de personalidad única.
A pesar de formar parte de eso que en el sector del vino conocemos como el Nuevo Mundo, la historia del vino en Chile se remonta a mediados del siglo XVI, concretamente al año 1551, cuando se establecieron los primeros viñedos en el Valle Central. Sin embargo, no fue hasta casi 300 años después cuando se introdujeron en el país variedades bordelesas que abrieron un nuevo periodo con la vitis vinífera como protagonista.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se fundaron algunas de las casas productoras más famosas de Chile, como Concha y Toro, Santa Rita o Cousiño Macul, entre otras. Y ya a finales del siglo XX hicieron su entrada en el país grandes nombres del Viejo Continente, como la familia Torres o Lafite-Rothschild.
Actualmente en Chile existen 6 regiones vitivinícolas que a su vez se dividen en 17 subregiones: Atacama (con las subregiones del Valle de Copiapó y Valle del Huasco), Coquimbo (con las subregiones del Valle del Elqui, Valle del Limarí y Valle del Choapa), Aconcagua (con el Valle del Aconcagua, Valle de Casablanca y Valle de San Antonio), el Valle Central (con el Valle del Maipo, Valle del Rapel, Valle de Curicó y Valle del Maule), la Región del Sur (con el Valle de Itata, Valle del Bío-Bío y Valle del Malleco) y la Región Austral (con el Valle del Cautín y el Valle de Osorno).
De todos ellos, los Valles del Maule, Itata y Bío-Bío son los más notables. El primero tiene 50.000 hectáreas plantadas, mientras que Itata, la región vinícola más extensa del sur de Chile, es también famosa por contar con los viñedos más viejos del país, algunos de los cuales superan con facilidad los 100 años. En estas regiones se ha desarrollado lo que en Chile denominan Cepas Patrimoniales, una práctica de recuperación de las variedades más antiguas siguiendo una viticultura manual y artesana que da lugar a vinos nicho o de boutique de alto valor diferencial muy apreciados por prescriptores internacionales de la talla de Luis Gutiérrez, crítico de vinos para Sudamérica en The Wine Advocate.
En total, Chile cuenta con 142.000 hectáreas de viña que producen alrededor de 1.200 millones de litros de vino, de los cuales en 2018 un total de 847 fueron exportados a 151 países, según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.
¿Y qué hay de las variedades? Pues en este sentido, hay que citar uvas como la Semillón, una cepa originaria del sudoeste francés que llegó a convertirse en la uva blanca más popular de Chile a pesar de que a partir de los años 80 fue desplazada por cepas blancas más demandadas en los países de destino, como la Sauvignon blanc o la Chardonnay. O la Carménère, cepa icónica del vino tinto chileno que tras ser redescubierta en 1994 convirtió a Chile en el principal productor de esta variedad perdida en Europa tras la plaga de la filoxera. También son destacables otras castas como la Carignan, que fue introducida en Chile poco después del terremoto de Chillán de 1939, o la Cinsault, parte esencial del patrimonio vitivinícola de los Valles del Maule e Itata.
Actualmente, y según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, las variedades más plantadas en el país son la Cabernet sauvignon (30%), seguida de la Sauvignon blanc (11%). A continuación vienen la Merlot y la uva País (un 9% respectivamente), la Chardonnay y la Carmenere (un 8% cada una) y la Syrah (6%). Más minoritarias son las Tintoreras, la Pinot noir, la Moscatel de Alejandría, la Malbec y la Cabernet franc.
Toda esta diversidad de castas no sería posible sin un clima óptimo. Y este es precisamente uno de los puntos fuertes de Chile como país productor de vino y otros alimentos de calidad. En este rincón del mundo tienen cabida una gran variedad de climas, sobresaliendo el mediterráneo. Destacan por tanto los veranos muy calurosos y los inviernos fríos, con grandes oscilaciones de temperatura al final del periodo de maduración, condiciones óptimas para el desarrollo de las uvas.
Esto, unido a unos cielos limpios y a una de las mayores reservas de agua dulce que existen en el mundo, han convertido a Chile en despensa de buena parte del planeta. Además, las barreras naturales con las que cuenta a los cuatro costados la convierten en una especie de isla fitosanitaria donde no tienen cabida plagas ni enfermedades como la fiebre aftosa, la mosca de la fruta o la filoxera.
Pero no todo es vino en Chile. Precisamente la buena adaptación de algunas uvas al terruño chileno han facilitado desde hace siglos la elaboración de uno de los destilados más famosos de este país: el pisco, un destilado de vino de categoría premium que ha encontrado en las regiones chilenas de Atacama y Coquimbo sus más altas cotas de calidad. Os invitamos a conocer más sobre este apasionante destilado en el post de blog que hemos preparado para esta acción con sabor cien por cien chileno.